miércoles, 23 de noviembre de 2011

"Ciencia y método"

La lectura de Roberto Carballo intenta concretar los argumentos de las lecturas anteriores en relación al tema de la ciencia y el método. En este artículo se vuelve a confirmar la idea de la ciencia como "una actividad humana y social" que por otro lado, ha ayudado a emerger un sentimiento de prepotencia en los individuos y le ha otorgado un carácter de fe a sus "realizaciones humanas". A pesar de todo, la ciencia cada vez es más consciente de su "relativismo", pues las leyes que surgen poseen siempre un carácter provisional. 

Carballo argumenta que la "ciencia es utilizada como un instrumento de dominación social", de manera que el cuerpo científico se resiste al cambio de paradigma y, por otro lado, los resultados se expresan en un lenguaje no-universal que resulta incomprensible para el resto de seres humanos. Lo que sí hay que tener en cuenta es que lo que verdaderamente distingue al quehacer científico es su "consciencia y su sistematicidad, ambas derivadas de su aspecto más significativo: su método".

La ciencia se ha encontrado en su historia con los problemas de la demarcación de lo científico. Popper lo relaciona con "las hipótesis o teorías que pueden ser refutadas por la experiencia", mientras que Longo apuesta por el hecho de que "se ha de explicar la realidad partiendo de ella misma". Por su parte, Carballo considera que los criterios de demarcación conducen a formas dogmáticias de concepción de la ciencia. 
Por otro lado, la ciencia también se constituye como una "concepción del mundo". Su característica más importante "el método" también se encuentra cargado de ideología, pues ésta impregna todas las etapas de la investigación. Dichas etapas consisten en: "descripción, clasificación, explicación y verificación, utilizándose alternativamente tres modos de inferencia: deductivo, inductivo o inductivo probabilístico y reductivo". Es decir, en primer lugar se encuentra la investigación de la realidad, para continuar con una observación de los hechos que irá seguido de un proceso de abstracción en el que se describirán y clasificarán los elementos y relaciones de esa realidad con el objetivo de formular una hipótesis. En tercer lugar, esa hipótesis se va a desarrollar deductivamente. A través de la concretización de esta fase se consigue una teoría que, con posterioridad,s ería comunicada para superar la contrastación intersubjetiva. El método de investigación debe diferenciarse del método de exposición, ya que la investigación abarca todo el conocimiento científico mientras que la exposición sólo es posible cuando se finaliza la primera etapa de la investigación.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El mecanismo de la investigación científica

En este capítulo Longo explica cuáles son los pasos a seguir para desarrollar una investigación. Para ello, este autor parte de que "el conocimiento siempre se inicia a partir de los hechos, a partir de la observación de los mismos". Pero en este proceso, es necesario aclarar como explica Gorki que "el hecho todavía es únicamente la materia prima". De este modo, el veradero objetivo de la investigación científica es "descubrir, tras la apariencia de los fenómenos, su verdadera esencia".

Por tanto, la primer tarea a realizar es observar los hechos con el objetivo de descubrir cuáles son las relaciones que existen entre sí para, con posterioridad, encajar los resultados en un esquema coherente para que la totalidad pueda constituir, como indica Schumpeter, una explicación coherente y verosímil. La segunda etapa consiste en formular la hipótesis. En esta fase, el investigador necesita de la "fantasía creadora" pues es esa capacidad a través de la cual "se pueden crear imágenes subjetivas distintas de aquellas observadas de la realidad". Bajo estos parámetros, la realidad puede "conocerse" a través de las hipótesis que luego se comprobarán y se podrá "modificar", pues el hombre puede crear la imagen de lo que no es pero que pretende conseguir. Esta fantasía, que debe estar controlada por una "lógica férrea y rigurosa" necesita de la intuición, pues el pensamiento canaliza aquellas versiones mentales que sean "más verosímiles o más racionales".

La tercera etapa consiste en comprobar de forma rigurosa las hipótesis formuladas, por lo que es necesario volver a observar los hechos así como profundizar en su análisis. Este proceso es así ya que la correspondencia de los hechos reales con las teorías formuladas es el "único criterio para comprobar la verosimilitud de una determinada hipótesis". La cuarta etapa está destinada a "modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada con anterioridad". 

Schumpeter, por su lado, realiza una descripción detallada de este proceso cognitivo: una vez que se han identificado los fenómenos es necesario conceptualizar los contenidos para continuar buscando más datos empíticos con los que contrastar los hechos percibidos al principio. De este modo, la elaboración teórica y la formulación de los hechos se complementan pero no coinciden y ningún proceso puede sustituir al otro. Radice lo resume de la siguiente manera: "hacer ciencia supone crear hipótesis y someterlas a una verificación experimental. Por tanto, de las ideas debe pasarse al control experimental y a nuevas ideas en el caso de que, tras una verificación más profunda, nos veamos obligado a cambiar las hipótesis".

Otro hecho a tener en cuenta, como continúa explicando Longo, es que el trabajo de un investigador individual está siempre integrado en el seno de una investigación colectiva, pues el primero parte no sólo de los hechos observados por él sino también de otros hechos descubiertos y analizados por otros, hecho que ocurre de igual manera con las hipótesis. De este modo, concluye Longo "el investigador individual utiliza las conclusiones y las elaboraciones de otros científicos como partes integrantes de su propia investigación y elaboración". De todas estas características se derivan dos consecuencias: "la condición esencial para utilizar las investigaciones de otros es que por nuestra parte hayamos iniciado una elaboración propia" y, en segundo lugar, "no sólo las concepciones y las ideas evolucionan históricamente sino que también lo hacen los conceptos que las expresan", por lo que es necesario crear un marco conceptual para cada investigación. 

Las conclusiones a las que llega Longo son las siguientes: toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto, a su vez utiliza un determinado método que al final consigue obtener una determinada visión científica de la realidad. Al final, las sucesivas investigaciones que se realizan sobre la realidad enriquecen a la ciencia pues ese contenido pasa a formar parte del nuevo esquema de la realidad que surja. Lo más esencial es que en la ciencia, lo más esencial es el método, y su objeto es "proporcionar una visión de la realidad cada vez más exacta".

jueves, 3 de noviembre de 2011

Materialismo y dialéctica

La segunda lectura intenta responder a la pregunta de ¿qué es una concepción del mundo? Engels la define como "una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto". De tal manera que existen una serie de creencias y principios que de manera inconsciente en los individuos se encuentran explícitas en la cultura de la sociedad en la que viven. A pesar de todo, Engels continúa explicando que aunque exista una formulación explícita de esos principios, no se puede derivar fácilmente la concepción del mundo que opera en esa sociedad, pues esta concepción posee un carácter de "sobreestructura" que impide que se explicite directamente. El autor argumenta que las concepciones del mundo se presentan como sistemas filosóficos que difieren de las ciencias positivas, aunque en los planteamientos más ambiciosos de Platón y Hegel intentaron dar el contenido de estas ciencias. Esta concepción fracasó en el siglo XIX con la disgregación del sistema filosófico de Hegel. Las principales causas por las que no se desarrolló la filosofía sistemática es por la aparición del conocimiento científico que se constituyó durante la Edad Moderna. La característica clave de este conocimiento es la capacidad que posee para ofrecer "previsiones exactas", hecho del que carecía las concepciones filosóficas. Sin embargo, como explia Engels, esta carencia es "necesaria" puesto que la "concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo".

A continuación, Engels analiza y describe "la concepción materialista y dialéctica del mundo" la cual describe como "explícita". Otro de sus rasgos es que no se puede considerar que los elementos "explícitos" de los que consta conforman un sistema superior al positivo. De esta manera, Engels conforma esta concepción filosófica como un nivel de pensamiento científico. Por todo ello, queda claro que no se puede configurar un conocimiento "aparte" que sea superior al positivo y que ya que se inicia desde la ciencia real su objetivo es poner de manifiesto cuál es la motivación de la ciencia en sí misma, lo que se denomina "inmanentismo", es decir, "la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos, en el mundo y no en instancias ajenas". Este postulado es la base de la concepción marxista, es decir, el mundo debe explicarse por sí mismo (materialismo). 

El otro concepto clave es el de "dialéctica". Para comprenderlo es necesario tener claro que para realizar el principio del materialismo se utiliza el análisis reductivo que reduce los fenómenos complejos a nociones más homogéneas, obviando en el caso ideal las connotaciones cualitativas. Por otro lado, este análisis permite que se pueda formular conceptos adecuados. Desde este punto de vista, al descartar la parte cualitativa de los fenómenos complejos, se pierde una parte de lo concreto de cada fenómeno, y esa parte es la decisiva, como aclara el autor, "para la individualización de los objetos". Las totalidades concretas vienen determinadas por el ámbito dialéctico. Por todo ello, la "dialéctica materialista" tiene como objetivo en recuperar lo concreto interviniendo únicamente los datos del análisis reductivo, con la nueva estructuración de estos datos en la formación concreta, "en los todos naturales". La esencia del análisis marxista es entender la individual situación concreta. Estas "concreciones o totalidades", como aclara el autor, son los individuos y las particulares formaciones históricas y también, el autor incluye "al universo como totalidad", aunque de una manera más "vacía" pensado desde la dialéctica.

La ciencia y la acción

La primera lectura de Gino Longo intenta responder, en un primer momento, a qué es la ciencia. Para ello acude a la definición de Schumpeter que la define como "cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo". Pero el autor continúa profundizando sobre dicho concepto para conseguir llegar a entener qué es el "conocimiento". Con este término se pretende descubrir "las leyes del universo empírico", es decir, de todo aquello que conforma y rodea al ser humano. Las principales características que se atribuyen al "conocimiento científico" se señalan a continuación. En primer lugar, proporcionar una descripción de la realidad y explicarla. Como Hegel apuntaba es indispensable mostrar la necesidad de los objetos para enmarcar a cada uno en el todo en el que se encuentra. La segunda característica es que la explicación que debe ofrecer de la realidad tiene que ser realizada a partir de ella misma, sin utilizar elementos extraños. El concepto que mejor define este hecho es el de comprender. De este modo, comprender el mundo ha conformado la historia del conocimiento científico. La aplicación del principio de que debe ser explicada a partir de ella misma y que es una singularidad de la ciencia también es una característica de todas las ciencias. Esta idea conlleva que se llegue al "materialismo filosófico", pues como explicaba Engels, "concebir materialmente la naturaleza no es sino concebirla pura". Carballo realiza una crítica de esta idea al argumentar que es una tarea imposible de llevar a cabo ya que "ni siquiera es posible delimitar la realidad objeto de estudio". Tras estas ideas, se deduce que una filosofía que pretenda ser científica debe ser materialista, para poder estudiar la realidad objetiva tal y como es. Por todo ello, el autor afirma que el marxismo es la "primera concepción del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia". 

Otro aspecto a destacar sobre el conocimiento científico es que éste se configura como sólo una parte de la actividad humana, por lo que el conocimiento en sí no puede ser un fin en sí mismo pues su fundamento clave es la "transformación de la naturaleza por el hombre". Por todo ello, el pensamiento y la acción se encuentra indisolublemente ligados, ya que el conocimiento es previo a la acción y para actuar se necesita un buen conocimiento de la realidad.

Como continúa explicando Longo, la ciencia tiene como objetivo el conocimiento, es decir, la búsqueda de la verdad de las cosas, pues de ese conocimiento se derivarán los instrumentos para poder cambiar dicha realidad. Otra premisa a destacar es que la praxis debe ser llevada a cabo por la acción colectiva, mientras que la investigación es una tarea individual, teniendo en cuenta que ambos aspectos son fenómenos sociales que no existen al margen de la sociedad. Para que ambos ámbitos tengan éxito, es necesario tener en cuenta que el hombre de ciencia no debe preocuparse de la práctica y debe evitar que estos técnicos obstaculicen su investigación. En contrapartida, el científico no debe guiar a los prácticos lo que deben hacer, sino lo que "deberían de hacer", es decir, la situación ideal. Si no es así, como explica Longo, se puede convertir en un ideólogo, función práctica que nada tiene que ver con la ciencia. Carballo vuelve a introducir un dilema al plantear que un científico también se erige como un hombre práctico, de acción. Con la premisa expuesta por Longo, se intenta alejar al hombre de ciencia de lo que es la política y obvia que el práctica actúa sobre "la base de su propio y ajeno conocimiento".


Peligro: se convoca referendum

Un referendum ha hecho temblar los cimientos de la Unión Europea. Este instrumento que en determinados países es necesario llevarlo a cabo para poder pertenecer esta organización, ahora también se ha configurado como causa para hacerla tambalear. En una lógica raciona, por tanto, ideal, la consulta al pueblo sobre el futuro de su país puede entenderse como un cabal paso a seguir. Sin embargo, en la espiral globalizadora, de continuos riesgos infundados, de desconfianzas irracionales en la que nos encontramos sumergidos, este instrumento de la democracia se convierte en la principal arma de destrucción. La situación alarmante de Grecia requiere de ese rescate, eso sí aceptándolo sin fisuras. Esta victoria de la política ante los mercados ha durado poco. Papandreu acepta retirar el referendum si se forma un gobierno de coalición, es decir, aceptando tomar la decisión por parte de las fuerzas del Parlamento consiguiendo así una mayor representación de la ciudadanía. Sin embargo, en casos como éste vuelve a tener vigencia el debate sobre la representación de los ciudadanos, ¿hasta qué punto la decisión de nuestros representados puede ser identificada con la voz del pueblo? ¿El mandato representativo debe tener límites? ¿Se debe optar por la revocabilidad del mandato? Mientras esto sea así, instrumentos más participativos como los referendum quedarán desdibujados y pues las decisiones tomadas del Parlamento se erigen como la genuina voz del pueblo. Por lo menos, estos aforados se encuentran guiados por el bien común ¿o no?.