jueves, 3 de noviembre de 2011

La ciencia y la acción

La primera lectura de Gino Longo intenta responder, en un primer momento, a qué es la ciencia. Para ello acude a la definición de Schumpeter que la define como "cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo". Pero el autor continúa profundizando sobre dicho concepto para conseguir llegar a entener qué es el "conocimiento". Con este término se pretende descubrir "las leyes del universo empírico", es decir, de todo aquello que conforma y rodea al ser humano. Las principales características que se atribuyen al "conocimiento científico" se señalan a continuación. En primer lugar, proporcionar una descripción de la realidad y explicarla. Como Hegel apuntaba es indispensable mostrar la necesidad de los objetos para enmarcar a cada uno en el todo en el que se encuentra. La segunda característica es que la explicación que debe ofrecer de la realidad tiene que ser realizada a partir de ella misma, sin utilizar elementos extraños. El concepto que mejor define este hecho es el de comprender. De este modo, comprender el mundo ha conformado la historia del conocimiento científico. La aplicación del principio de que debe ser explicada a partir de ella misma y que es una singularidad de la ciencia también es una característica de todas las ciencias. Esta idea conlleva que se llegue al "materialismo filosófico", pues como explicaba Engels, "concebir materialmente la naturaleza no es sino concebirla pura". Carballo realiza una crítica de esta idea al argumentar que es una tarea imposible de llevar a cabo ya que "ni siquiera es posible delimitar la realidad objeto de estudio". Tras estas ideas, se deduce que una filosofía que pretenda ser científica debe ser materialista, para poder estudiar la realidad objetiva tal y como es. Por todo ello, el autor afirma que el marxismo es la "primera concepción del mundo basada total y exclusivamente en la ciencia". 

Otro aspecto a destacar sobre el conocimiento científico es que éste se configura como sólo una parte de la actividad humana, por lo que el conocimiento en sí no puede ser un fin en sí mismo pues su fundamento clave es la "transformación de la naturaleza por el hombre". Por todo ello, el pensamiento y la acción se encuentra indisolublemente ligados, ya que el conocimiento es previo a la acción y para actuar se necesita un buen conocimiento de la realidad.

Como continúa explicando Longo, la ciencia tiene como objetivo el conocimiento, es decir, la búsqueda de la verdad de las cosas, pues de ese conocimiento se derivarán los instrumentos para poder cambiar dicha realidad. Otra premisa a destacar es que la praxis debe ser llevada a cabo por la acción colectiva, mientras que la investigación es una tarea individual, teniendo en cuenta que ambos aspectos son fenómenos sociales que no existen al margen de la sociedad. Para que ambos ámbitos tengan éxito, es necesario tener en cuenta que el hombre de ciencia no debe preocuparse de la práctica y debe evitar que estos técnicos obstaculicen su investigación. En contrapartida, el científico no debe guiar a los prácticos lo que deben hacer, sino lo que "deberían de hacer", es decir, la situación ideal. Si no es así, como explica Longo, se puede convertir en un ideólogo, función práctica que nada tiene que ver con la ciencia. Carballo vuelve a introducir un dilema al plantear que un científico también se erige como un hombre práctico, de acción. Con la premisa expuesta por Longo, se intenta alejar al hombre de ciencia de lo que es la política y obvia que el práctica actúa sobre "la base de su propio y ajeno conocimiento".


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