La segunda lectura intenta responder a la pregunta de ¿qué es una concepción del mundo? Engels la define como "una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto". De tal manera que existen una serie de creencias y principios que de manera inconsciente en los individuos se encuentran explícitas en la cultura de la sociedad en la que viven. A pesar de todo, Engels continúa explicando que aunque exista una formulación explícita de esos principios, no se puede derivar fácilmente la concepción del mundo que opera en esa sociedad, pues esta concepción posee un carácter de "sobreestructura" que impide que se explicite directamente. El autor argumenta que las concepciones del mundo se presentan como sistemas filosóficos que difieren de las ciencias positivas, aunque en los planteamientos más ambiciosos de Platón y Hegel intentaron dar el contenido de estas ciencias. Esta concepción fracasó en el siglo XIX con la disgregación del sistema filosófico de Hegel. Las principales causas por las que no se desarrolló la filosofía sistemática es por la aparición del conocimiento científico que se constituyó durante la Edad Moderna. La característica clave de este conocimiento es la capacidad que posee para ofrecer "previsiones exactas", hecho del que carecía las concepciones filosóficas. Sin embargo, como explia Engels, esta carencia es "necesaria" puesto que la "concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo".
A continuación, Engels analiza y describe "la concepción materialista y dialéctica del mundo" la cual describe como "explícita". Otro de sus rasgos es que no se puede considerar que los elementos "explícitos" de los que consta conforman un sistema superior al positivo. De esta manera, Engels conforma esta concepción filosófica como un nivel de pensamiento científico. Por todo ello, queda claro que no se puede configurar un conocimiento "aparte" que sea superior al positivo y que ya que se inicia desde la ciencia real su objetivo es poner de manifiesto cuál es la motivación de la ciencia en sí misma, lo que se denomina "inmanentismo", es decir, "la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos, en el mundo y no en instancias ajenas". Este postulado es la base de la concepción marxista, es decir, el mundo debe explicarse por sí mismo (materialismo).
El otro concepto clave es el de "dialéctica". Para comprenderlo es necesario tener claro que para realizar el principio del materialismo se utiliza el análisis reductivo que reduce los fenómenos complejos a nociones más homogéneas, obviando en el caso ideal las connotaciones cualitativas. Por otro lado, este análisis permite que se pueda formular conceptos adecuados. Desde este punto de vista, al descartar la parte cualitativa de los fenómenos complejos, se pierde una parte de lo concreto de cada fenómeno, y esa parte es la decisiva, como aclara el autor, "para la individualización de los objetos". Las totalidades concretas vienen determinadas por el ámbito dialéctico. Por todo ello, la "dialéctica materialista" tiene como objetivo en recuperar lo concreto interviniendo únicamente los datos del análisis reductivo, con la nueva estructuración de estos datos en la formación concreta, "en los todos naturales". La esencia del análisis marxista es entender la individual situación concreta. Estas "concreciones o totalidades", como aclara el autor, son los individuos y las particulares formaciones históricas y también, el autor incluye "al universo como totalidad", aunque de una manera más "vacía" pensado desde la dialéctica.
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